La Orden General del SEU, numero 99, de 11 de Marzo de 1952, regula esa creación con el nombre de Servicio Nacional del Trabajo Universitario. Con fecha 12 de Marzo de 1952, Jorge Jordana envía un telegrama de nombramiento, como Jefe de ese Servicio, a Eduardo Zorita Tomillo que había dirigido, en 1950 y 1951, el mencionado campo de Rodalquilar, bajo la tutela de Llanos.
Al inicio de la década de los años 50, el SEU genero´ una serie de modificaciones en su organización que tenían por objeto distanciarse de las estructuras de Falange y colocar a la Universidad en el centro de su actividad política (Ruiz Carnicer, SEU 1939-1965). Se definen actividades profesionales del SEU, como medio de atracción para los estudiantes y como instrumentos para una finalidad política. En ese contexto se promocionan o absorben actividades enfocadas a la juventud universitaria y que no habían nacido directamente del SEU, como fue el planteamiento de los campos de trabajo del jesuita Llanos.
Los antecedentes de las posiciones de Llanos con los estudiantes están en los procesos surgidos en la Europa de los años 30. El ejemplo de los curas obreros franceses fue uno de los referentes fundacionales del SUT. Con raíces en las actividades desarrolladas en barrios de trabajadores por los movimientos católico-sociales tras la revolución industrial –en línea con la doctrina establecida por el Papa León XIII en la Encíclica Rerum novarum–, el definitivo despegue de esta figura se produjo durante la Segunda Guerra Mundial, de la mano de los sacerdotes que acompañaron a los obreros desplazados a Alemania por el Servicio del Trabajo Obligatorio impuesto por los nazis en la Europa ocupada. En el relato de sus experiencias, estos curas subrayaron la fuerte descristianización del mundo del trabajo y el efecto evangelizador de la convivencia, al tiempo que censuraron la complaciente actitud del episcopado francés con el Estado de Vichy.
La doctrina fascista, por su parte, impugnaba la lucha de clases propia del marxismo a cambio de la supuesta hermandad existente dentro de una comunidad nacional unificada y disciplinada, conseguida mediante la represión y la eliminación de la disidencia si fuera necesario. El primer falangismo recogía este discurso populista mediante su apelación a la unidad «de los hombres y de las clases de España», así como, después de la Guerra Civil, a través de instrumentos como el Servicio Social de la Mujer, con los que trataba de apropiarse de una parte de los programas de educación popular –como las Misiones Pedagógicas– puestos en marcha durante la Segunda República, aunque siempre sustituyendo sus ribetes democráticos por el adoctrinamiento autoritario. En esta misma línea, Falange (FET y de las JONS) consiguió que se incluyera, en la Ley de Ordenación Universitaria de 1943, la figura del Servicio Obligatorio de Trabajo, que preveía la incorporación de estudiantes a pequeñas obras públicas, si bien la disposición había quedado finalmente sin efecto. Se trataba, en todo caso, de antecedentes que allanaban el camino a la aceptación del proyecto del SUT.
Con todo, el antecedente más directo de la labor del SUT parece situarse en la Alemania de la década de los cincuenta, cuando en algunas universidades se estableció un acuerdo según el cual estudiantes y obreros intercambiaban aulas y talleres durante las vacaciones, iniciativa que fue vista con simpatía por el Pontífice Pío XII.
Jorge Jordana afirmo´ (declaraciones a Ruiz Carnicer en 1987, corroboradas por Eduardo Zorita en 2014) que los campos de trabajo fueron idea suya, de su etapa como Director de la Academia de Mandos José Antonio, inspirándose en el movimiento fabiano y en el laborismo británico.
Desde finales de los años cuarenta, una renovada «sensibilidad social» se había hecho muy palpable en el ámbito universitario, en especial en publicaciones del SEU, en las que se expresaba, con cierta ingenuidad, un cierto rechazo y malestar por las desigualdades económicas y culturales y por la evidente separación entre los distintos estratos de la sociedad.
Hay un encuentro entre el obrerismo de procedencia fascista y la llegada de nuevas generaciones a la universidad, con sensibilidad social creciente pero con desconocimiento del mundo obrero. Paulatinamente, se va creando una mitificación del obrero y de sus circunstancias y, paralelamente, de la responsabilidad de los universitarios en la redención de los obreros.
El SEU se perfila como el medio ideal para lograr la penetración de los valores franquistas en sectores alejados del régimen. Y esta orientación redundara en la educación política de minorías universitarias encuadradas en el SEU y que serian cantera de futuros mandos del sistema. Para conseguir esa penetración, el SEU necesitaba mejorar los servicios prestados a los universitarios, y de esta forma se puso el acento en las actividades, que se utilizaban como instrumento para aumentar la presencia social del SEU.
Se plantearon objetivos de carácter cultural, asistencial y político, y se vertebra el contacto del universitario con el obrero del campo y de la ciudad. En esa relación hay una difusión de la concepción de la vida falangista, el estilo es la ejemplaridad personal y se divulga la política social del Estado para obreros y campesinos. Los estudiantes del SEU son el eslabón intermedio entre el Estado franquista y las clases desfavorecidas.
En la unión de la tradición obrerista de la Falange, y la preocupación del colectivo estudiantil por lo social, se crea el espacio para el proyecto SUT.
El sacerdote jesuita José María de Llanos, antiguo capellán del Frente de Juventudes y muy cercano a los círculos estudiantiles falangistas, no tardó en recoger estas inquietudes junto a un pequeño grupo de amigos y colaboradores del Colegio Santa María del Campo de Madrid. Así, idearon y pusieron en marcha campos de trabajo con el objetivo de que los universitarios entraran en contacto directo con el mundo obrero y compartieran la realidad de sus condiciones laborales y vitales.
Tal y como explicaba el propio Padre Llanos:
«el tipo de estudiante meramente estudiante, estrictamente estudiante; era, y es, el tipo que se deseaba superar, pensando en otro tipo de hombre más completo, capaz de formarse al aire de su tiempo, adquiriendo ese sentido social del que carece la inmensa mayoría de los españoles. Y no sólo por la fácil y gastada vía de las conferencias y tertulias, sino por la experiencia existencial, del trabajo de las manos, vivido lo más cerca que se pudiese de sus hermanos y camaradas, “los otros”, los que tampoco queríamos ya estricta y ceñudamente trabajadores materializados […] Una juventud en busca de la otra y rompiendo compartimentos estancos, para no tener que romperse la crisma a tiros como consecuencia de su distanciamiento, de su oposición, de esa lucha de clases, irremediable mientras no haya más que estudiantes meramente tales y obreros exclusivamente tales».
En definitiva, la puesta en marcha del SUT significo la vuelta al obrerismo original del primer falangismo, a las viejas ideas de integración de clases y a promover el contacto entre universitarios y obreros. Los fines que el SEU se proponía con el SUT eran los siguientes:
En estas líneas queda fijado el arranque del SUT y sus raíces. En su primera década su actividad estuvo centrada en los Campos de Trabajo fundamentalmente, y también sobre el Trabajo Dominical que fue una eficaz vía de concienciación social con tareas de ayuda en construcción de casas para obreros, alfabetización y asesoramiento jurídico. A partir de 1962 se realizaron Campañas de Alfabetización que, en el tiempo, pasaron a denominarse Campañas de Educación por la ampliación de sus objetivos.
Con carácter general el SUT, a lo largo de sus 17-19 años de existencia, queda caracterizado como reflejan las líneas siguientes:
RELACION JEFES DEL SUT.
RESPONSABLES DESTACADOS EN EL SUT.
Cristina Almeida.
Cesar Alonso de los Ríos.
María Ángeles Álvarez
Ignacio Amestoy.
Nuria Anadón.
Xabier Arzallus.
Félix de Azua.
Francisco Bartomeu.
Pedro Bermejo.
Luis Fernando Bermejo.
Carlos Berzosa.
Jaime Bisquerra.
Jordi Borja.
Joaquín Bosque.
Tom Burns Marañón.
Arturo Camarero.
Consuelo del Canto.
Miguel Ángel Carbajo.
José Antonio Cardos.
Alfonso Carlos Comín.
Fernando Casado.
Manuel Castells.
María Cátedra.
Ángela Cerrillos.
Pepe Civera.
Ignacio Clavero.
Emma Cohen.
Ángel Criado Herrero.
Emilio Criado Herrero.
Luis Criado.
Alvarina de la Cuesta.
Lorenzo Díaz Sanchez.
Francisco Eguiagaray.
Fernando Elena.
Elena Escudero.
Carlos Espejo Saavedra.
Luis Espinosa.
Jorge Fabra Ucelay.
Francisco Fernández Marugan.
Adolfo Fernández Marugan.
José Ramón Figuerol.
José Fonfria.
Ana García Bernal.
Isabel García Pérez.
Mario Gas.
Antonio Gómez Meana.
Alicia Gómez Navarro.
Álvaro González de Aguilar.
Pilar González Guzmán.
Francisca González Vicente.
Eduardo González.
Juan Antonio Hormigón.
Mariano Hormigón.
Miquel Izard.
José Luis Leal.
José de Llobet Collado.
Gerardo López García.
Pascual Maragall.
José María Maravall.
Antonio Martínez Pellus.
José Antonio Martínez Soler.
María Jesús Mateo.
Gregorio Mayayo.
Isidre Molas.
Mercedes MoneoFrancia.
Heriberto Morillas.
Enrique Múgica.
Graciela Muñoz.
Vicenc Navarro.
Jesús López Pacheco.
Carlos Paris.
Jaime Peñafiel.
Víctor Pérez Díaz.
Cristina Pérez Yarza.
Herman Pesqueira.
Dolors Renau.
Alicia Rios.
Fernando Romero.
Ricardo Roquero.
Pilar Ruiz Va.
José Sanroma.
Nicolás Sartorius.
María Victoria Sebastián.
Antonio Sisi.
Francisco Sobrino.
Juan Sotres.
Ramón Tamames.
Manuel Titos.
José Torreblanca.
José María Torre-Cervigón.
José Antonio Ubierna.
Manuel Vázquez Montalbán
Ricardo Visedo.
Ricardo Visedo.
Juan Wulf Alonso.